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Arrabal es una figura clave



Autor de teatro, escritor y ensayista.

[Arrabal en Buenos Aires. Foto/Charif.]

ENTREVISTA A FERNANDO ARRABAL: "Sin confusión no hay vida"
Amigo de Salinger y de Pynchon, el español habló con nuestro diaro de su obra.

"Los Cuatro Cubos", escrita en 1960 como guión de acciones por Fernando Arrabal Terán, fue mundialmente estrenada en Buenos Aires por la compañía argentina Buster Keaton. Luego de dos años de funciones, entre las cuales pasó por Neuquén, se despidió a fines de noviembre, con la presencia de su autor en la sala del Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes al 1500.

Nacido en Melilla, enclave español en África, un 11 de agosto del 32, Arrabal obtuvo el premio nacional de superdotados a los diez años. Aprendió a leer y escribir en Ciudad Rodrigo, cerca del límite con Portugal y realizó estudios universitarios en Madrid. Dirigió cine, editó catorce novelas, libros de poesía y ensayos varios, traducidos a numerosas lenguas.

Autor de un teatro sorprendente, provocador, vive en París desde el 55 -también en Nueva York donde participó con Allen Ginsberg en el inicio de la beat generation- creó el Grupo Pánico junto a Alejandro Jodorowsky y Raúl Damonte Botana, conocido como Copi. El 20 de abril de 2000 fue ungido al rango de Sátrapa por el Colegio de Patafísica, como en su momento lo fueron Marcel Duchamp, Raymond Queneau, Man Ray, Boris Vian, Eugène Ionesco y Max Ernst. Recibió el Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa, el Nabokov de novela, el Espasa de ensayo, el Obie Award Theatre, Chevalier des Arts et des Lettres, Médaille d'Or du Ministère de la Culture (Egipto, 94) y hace dos años, el gobierno galo le concedió la Légion d'honneur.

Amigo del escritor Jerome Salinger y del novelista Thomas Pynchon, del dramaturgo irlandés Samuel Beckett con quien jugó muchas partidas de ajedrez, de André Breton que publicó sus obras de teatro, de Duchamp, de Milan Kundera (quien en su "Hommage à

Arrabal", lo definió como "un hombre que juega. Concibe el arte como un juego, y el mundo se convierte en un juego en cuanto lo toca"), Fernando se considera ligeramente famoso, pero desconocido en España. Pequeño, híper movedizo, fue de los que más disfrutó, se rió, con las situaciones de "Los cuatro cubos".

- La palabra está ausente en "Los cuatro cubos".

- Aparecen muy poco las palabras en mi cine. Usted sabe -yo hablo de usted, no como el rey de España que habla de tu- en Argentina se ha hecho muy buen teatro mío. Las cinco, seis veces que he venido a Buenos Aires, he visto obras colosales, pero también la diáspora argentina las ha hecho de un modo extraordinario en lugares como Cuba, Venezuela, Nueva York, España y sobre todo en París. Muchos españoles me han dicho, ¡pero Arrabal, usted tiene acento argentino! Es normal, pues yo no solamente conviví y más con (Jérôme) Savary (de nacionalidad francesa, pero nacido en Buenos Aires en 1942) y Copi que comienza su teatro conmigo, actuando en "El laberinto". Y luego está el fenómeno de Víctor García que hizo "El cementerio de automóviles", quizás el director de más talento que ha dado el siglo pasado, el milenio pasado."

En narrativa escribió "Baal Babilonia", "Fiesta y ritos de la confusión", "La torre herida por el rayo", "La virgen roja", "La hija de King Kong", "La extravagante cruzada de un castrado enamorado", entre otros. Con sus novelas ganó además el premio Nadal. Tiene libros ilustrados por Pablo Picasso, Salvador Dalí, René Magritte, Jean Miotte y Carlos Saura.

"El teatro desde hace medio siglo está viviendo una especie de renacimiento. Que viva en las catacumbas, nos está beneficiando; y al vivir allí, podemos influir como las matemáticas, la astrofísica, la filosofía, en la geopolítica y la política. Los meses previos de lo que se llamó la revolución de mayo del 68, cuando iban a arder un concepto antiguo de política, de justicia, y los coches en París, coinciden con la realización de una obra extraordinaria, "El cementerio de automóviles". El tamaño, la dimensión, no tiene importancia, él (Víctor García) manejó muchos actores, mucho dinero; llegó a hacer cambiar de opinión a gente que lo tenía, para darlo para aquello, cosa que parecía imposible."

"Hace diez días, vi esta misma obra en Londres, en un local para cuarenta personas, y sin embargo el mensaje es el mismo. El mundo se transforma a medida que nosotros en el teatro lo estamos viendo, por eso no tiene premio Nobel. Debería haberlo y también para la filosofía, el ajedrez y las matemáticas. Es curioso porque (Alfred) Nobel, de la misma manera que el rey de Suecia, estaban enamorados de las cuatro disciplinas, pero no figuran. Se ha repetido mucho y yo lo creí, que es porque Nobel tenía una esposa que había cometido faltas (enfatiza la f y la s) con un matemático y filósofo, jugador de ajedrez."

"Las cosas suceden como tienen que suceder y como decía (Roland) Topor, Dios ve todo, oye todo y lo confunde todo. Por eso, cuando creamos el movimiento Pánico, los estudiosos en las universidades han dicho, este Arrabal y Topor y su equipo, sueñan con crear la confusión. No, es al revés, la confusión nos molestó desde el primer momento. Hubiéramos querido que no la hubiera, pero sin confusión no hay vida. Así, hemos intentado ver el teatro. Hoy, cuando ha pasado el tiempo y las catacumbas son aún más profundas, nunca el teatro ha sido menos importante."

Un centenar de sus obras teatrales fueron publicadas en diecinueve volúmenes y en la colección Clásicos Castellanos de Espasa, en dos tomos de más de dos mil páginas. Allí están "Pic-Nic" -escrita cuando tenía catorce años-, "El triciclo", "Fando et Lis" (55), "Guernica", "El cementerio de automóviles", "El Cielo y la Mierda" (72), "¿Se ha vuelto loco Dios?", y "La tour de Babel", entre otros.

En cine, Arrabal dirigió "Viva la muerte", "Iré como un caballo loco", "¡Adiós Babilonia!", "Borges: una vita di poesía"; su octavo filme, "Yo", será de carácter autobiográfico. Realizó numerosos ensayos y desde hace treinta años y ocho años hace la crónica de ajedrez en la última página de L'Express, y colabora en los diarios españoles El Mundo, El País y ABC. "Cuando llego al semanario francés (L'Express), había dos magníficos críticos de teatro. Hoy, no hay ninguno y eso ocurre con Times, con Newsweek... Eso sí, si hay una nueva West Side Story, le dedican cuatro páginas. Estamos en ese momento grandioso, en el que no debemos nada a nadie".
EDUARDO ROUILLET