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Arrabal toreando rinocerontes



Arrabal toreando rinocerontes
por Santiago Navajas

Ayer se celebraban en Córdoba dos actos patafísicos. En bastantes iglesias había misas en memoria de Franco. En la Filmoteca de Córdoba Fernando Arrabal conferenciaba dentro del Congreso Internacional de Tauromaquia. Toreando rinocerontes fue una puesta en escena arrabaliana, repleto de anécdotas personales, historias de la Historia, chistes picantuelos, instantes de pánico y mucho, muchísimo humor. Su pose permanente de bufón de Lear impide que Arrabal sea considerado el genio que es por los estirados y aburridos culturetas que medran por el show cultural español con expresión de estreñimiento permanente. No hay más que imaginarse a Arrabal en la RAE, entre Anson y Cebrián, mineralizándolos.

Durante una hora y media de aparentemente improvisada comedia en un acto el Emperador de Asiria pasó de forma discontinua de la cuántica a la castidad, mientras desgranaba sus encuentros con Buñuel, Picasso, Jodorowski, Dalí, cuatro feministas-lesbianas-y-trotskistas (a las que Dalí terminó azotando con flores). Pasábamos de la risa del proceso franquista que sufrió por escribir en una dedicatoria “Me cago en Dios y en la Patria” (6 meses de cárcel por lo de Dios, 12 años por la Patria, se salvó por su gata CleoPatra) a la lágrima de la casta pasión entre Abelardo y Eloísa cuando el primero fue castrado y su chica no le abandonó, ni siquiera en la muerte: finalmente la enterraron junto a su amor-verdadero, cuenta la leyenda en la que cree Arrabal a pie juntillas, y un brazo de la muerta se movió para cubrir el cuerpo corrupto de su amor incorruptible.

La castidad es muy importante para Arrabal. Proclama una abstinencia de treinta años porque no podría fornicar y escribir al mismo tiempo. Así también le conmovió la manía entregadísima de Jacqueline por Picasso cuando fue operado, y castrado, el pintor comunista en el Hospital Americano de París (“A los comunistas les vuelve locos América”).

De los toros, al fin y al cabo era una conferencia sobre tauromaquia y erotismo, alabó su castidad ante la muerte. Lo que le llevó a Ovidio, Zeus, Europa... las tenistas gigantas con las que se cruza en los aviones y la Carta que le escribió a Franco (ah, el 20N, al final todo enlaza).

Posteriormente se proyectó El árbol de Guernica. Fernando Arrabal es uno de los más grandes directores españoles. Y El árbol de Guernica, aunque es una coproducción franco-italiana y está hablado en francés, es la mejor película que se ha hecho sobre la guerra civil española además de ser el film más furiosamente antifascista que se ha rodado jamás. Las blasfemias visuales harían palidecer de envidia al mismísimo Buñuel y le provocarían una apoplejía a Benedicto. Cuando se pone lírico es igualmente inigualable. La secuencia con la que se abre el film, unas niñas vestidas de primera comunión corriendo y agitando unas banderas rojas y negras, marca el tempo del film: surrealista, plástico, automático. Los diálogos del film son magníficos, así como la banda sonora, una mezcla de nanas, canciones de guerra, música clásica, sonidos de ambiente...

Tuve ocasión de charlar un momento con Arrabal. Me comentó que la secuencia del toreo con la que se cierra la película es la taurina que mejor se ha filmado jamás. Tiene razón. Cuando los fascistas toman el pueblo organizan una capea en la que es toreado un enano, con el aplauso unánime del respetable.

Le pregunté si iba al cine. Hace treinta años que no pisa una sala comercial, aunque sí lo ve cuando es invitado a algún Festival. En dvd lo único que ve son sus propias películas que cada día le gustan más. Me comenta que se ha editado un cofre con ellas, que se puede adquirir en cualquier país civilizado (no lo busquen en España) y que también se encuentran en Internet. .